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“Hallaréis descanso para vuestras almas”

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18 de agosto de 2014

 

por César Carreón Tapia

2011040517290100001341340000216895En esta vida llegamos a conocer el dolor, la tristeza y la pena, y hay ocasiones en que andamos con una pesada carga sobre la espalda, una carga que -sobra decir, casi nunca escogemos. Muchas veces esta carga se convierte en el centro de nuestras vidas y no nos permite mirar hacia adelante pues el peso no permite que veamos más allá del suelo que pisamos, y nuestro camino se vuelve solitario, tedioso y difícil.

Leemos en las escrituras de un pueblo en el Libro de Mormón (Mosíah 24) que tuvo que soportar no sólo las cargas espirituales sino también las físicas, las cargas de la esclavitud y el trabajo forzado. Pero también leemos la promesa de que por medio de su fe sus cargas fueron hechas ligeras. Y esa promesa es la que se extiende el Salvador cuando aceptamos seguirle: cuando conocemos el Evangelio, nuestro corazón se llena de gozo ante las grandiosas noticias que se nos presentan: que hay un Dios y que es nuestro Padre… ¡Y Él nos conoce y nos ama!

¿Cuál es esta carga que como mormones LGBT compartimos? ¿Es la carga del pecado? ¿O es otro tipo de carga? A lo largo de nuestro camino podemos observar que hemos compartido muchos de nuestros "pasos":

1. Vivimos atormentados por el sentimiento de culpa, ya que conocíamos lo que se nos había enseñado respecto a la sexualidad y la familia, creyendo que éramos de alguna manera un “error”.

2. Entendimos, a través de experiencias individuales iguales de importantes y válidas, que tenemos un Dios que nos ama y un dios que no comete errores.

3. Recibimos un testimonio de que nuestra vida podía cambiar y ser iluminada por la revelación personal día tras día.

Y esta conclusión no es distinta a la afirmación que puede recibir cualquier persona, de que Dios le ama y tiene un plan especial para él o ella.

A veces podemos creer que el no encajar en lo que se conoce como “normalidad”, el ser gay o lesbiana, bisexual o transgénero, o cualquier otro nombre fuera de lo que es frecuente, es una carga; podemos sentirnos cargados por un grave pecado, o condenados a un castigo merecido. Nos damos cuenta que hay cosas que no cumpliremos y otras que tal vez no llegaremos a obtener en esta vida, pero si lo vemos desde afuera es una carga que no hemos escogido.

La sociedad en que nos desenvolvemos toma decisiones y escoge juzgar como incorrecto a lo que no entiende. La historia y el contexto cultural ha colocado sobre nosotros como comunidad la carga de lo políticamente incorrecto, lo moralmente inaceptable, lo antinatural, lo diferente y nos ha puesto una carga muy difícil de sobrellevar. Cristo mismo advirtió: “Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas ”(Mateo 23: 4). Pero él mismo dijo “Venid a mí todos los que estáis cargados” y es justo eso lo que debemos hacer.

A lo largo de casi 10 años he meditado en la manera en que mi vida ha cambiado desde que acepté el Evangelio, así como desde el momento en que decidí admitir mi sexualidad frente a mí mismo, frente a Dios y frente a los que me rodeaban . No podía entender muchas cosas (y aún no las entiendo) pero hay algo que ha permanecido siempre constante: la Expiación del Salvador. José Smith enseñó que:

“Los principios fundamentales de nuestra religión son el testimonio de los apóstoles y de los profetas concernientes a Jesucristo: que murió, fue sepultado, se levantó al tercer día y ascendió a los cielos; y todas las otras cosas que pertenecen a nuestra religión son únicamente apéndices de eso ”

Creo firmemente que es cierto. Y lo mismo aplica para nuestras vidas y en relación a las cargas que llevamos: todo, absolutamente todo es sólo un apéndice más que gira en torno a la Expiación de Jesucristo. Hasta hace pocos días no había sentido que esto aplicara completamente a nosotros como miembros de la Iglesia que nos identificamos como LGBT, pero el Señor siempre encuentra una manera de acercarse a nosotros, sólo tenemos que estar atentos y escuchar. Estaba viendo imágenes en un sitio en internet cuando captó mi vista la siguiente frase, de un discurso de la conferencia de octubre del 2012:

“El Salvador puede enjugar toda lágrima de arrepentimiento y quitar el peso de nuestros pecados. Su expiación nospermite dejar el pasado atrás y avanzar con manos limpias, un corazón puro y la determinación de actuar mejor y, especialmente, de llegar a ser mejores. ” -Pte. Dieter F. Uchtdorf

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Y tocó fuertemente mi corazón, pues en tan sencillas palabras pude descubrir un gran significado: En caminos de vida, sin importar donde nos encontremos, Cristo está a nuestro lado. Siempre. Cuando leí que "nos permite dejar el pasado atrás y avanzar" pude sentir realmente el gran amor que Él tiene por cada uno de nosotros. Por mí. Entendí que realmente Él puede quitarnos esta carga, ya sea que la hayan puesto sobre nosotros o que nosotros la hayamos tomado por propia mano, Él nos la puede quitar para que sigamos avanzando.

Cuando dice que avanzaremos "con manos limpias" y "un corazón puro" no es porque hubiéramos sido indignos, no es que nuestras manos no estuvieran limpias o nuestro corazón impuro. Nosotros como mormones LGBT, ya teníamos las manos limpias y un corazón puro, pero era nuestra carga lo que nos impedía verlo: la carga de la pena, los sentimientos de culpa, el miedo y el odio hacia nosotros mismos. Con esto en mente podemos pensar que ahora sigue "llegar a ser mejores", no dejar atrás nuestra atracción hacia el mismo sexo o nuestra percepción de género, sino viviendo en armonía con la revelación de que Dios nos ama y nos conoce tal y como somos .

A veces podemos pensar que cuando leemos que Él aligerará nuestra carga o quitará nuestras debilidades significa que por fin podremos ser como los demás, que Dios quitará nuestras "tendencias" o que necesitaremos de su mano para ser "curados", pero al ver esta nueva perspectiva podemos entender que la verdadera carga es la que nos detiene y evita que podamos visualizar el verdadero potencial que tenemos como hijos e hijas de Padres Eternos. Esa carga que nos aparta del amor de Dios. Cuando entendemos cuál es la verdadera carga, la podemos depositar en manos del Salvador y darnos cuenta de que podemos hallar verdadero descanso para nuestras almas (Mateo 11:28).

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